Especies y sus Intermedios

11.02.2021

Cuando me piden pensar en una especie, me es fácil nombrarlas, pero si pienso en un lobo (canis lupus) debo considerar a los perros dentro de ese conjunto ¿Por qué? ¿Qué los hace estar dentro de esa misma categoría a perros y lobos?

La palabra especie recuerda a un monolito inamovible, un grupo de organismos con un conjunto de rasgos estáticos, cuyos miembros individuales pueden aparearse y reproducirse. Pero la realidad está mucho más matizada y nos sorprenderá saber que hay más de 20 definiciones de lo que es una especie.

Siendo sincero, los científicos todavía no se han puesto de acuerdo, como en tantas otras cosas, en el problemático concepto de especie. Porque las especies no son tanto un conjunto de rasgos fijos, sino más bien una colección temporal de ellos a lo largo de un continuo fluido.

Para complicar aún más las cosas, la prueba de fuego básica para delinear las especies, la descendencia viable, es inestable en el mejor de los casos. Por ejemplo, sabemos que cuando los osos pardos y los osos polares se aparean, o el coyote y el lobo lo hacen, las dos especies producen crías híbridas, un individuo combinado que refleja algunos de los rasgos de cada progenitor. Entre estas especies (y si, dije especies porque a nadie se le ocurriría decir que los osos pardos y los osos polares son lo mismo) no existe discontinuidad reproductiva.

Y ni hablemos de otros ejemplos, como las bacterias que se reproducen de manera asexual o especies donde se producen no solo híbridos, sino que estos también son viables. De hecho, varias de las especies que consumimos y usamos son, en realidad, híbridos, como por ejemplo, el pomelo rosado y la naranja dulce de toda la vida. Esto nos plantea el interrogante de cuándo somos y cuándo dejamos de ser.

El mismo Darwin, en su libro "Sobre el origen de las especies" dice: "Me llamó mucho la atención lo vaga y arbitraria que es la distinción entre especies y variedades".

Para dar el golpe de gracia, hay abundantes pruebas, por supuesto, de que el patrón de disyunción reproductiva entre los taxones no se correlaciona necesariamente con la historia de su diferenciación. Es decir, el tiempo en que se separaron reproductivamente no se condice con el tiempo en que ambas especies se separaron. Tomando nuevamente a los osos polares y pardos, que se separaron hace 50.000 años, pero todavía pueden reproducirse entre sí. A ver a ver, entonces, ¿En qué quedamos?

La realidad biológica no es blanca ni negra. Existen, asimismo, importantes áreas grises. Podemos decir que, antes de que exista una especie, hay un período confuso de innumerables cambios a medida que un grupo de individuos se desvía, gen por gen, de sus ancestros hacia una nueva especie. Cada dos especies que evolucionaron de un antepasado común, como caballos y asnos, fueron en algún momento dos poblaciones de la misma especie, como hoy lo son bulldogs y caniches. Tuvo que haber existido un momento en que las poblaciones ya eran muy distintas entre sí, pero que todavía eran capaces, en raras ocasiones, de reproducirse y producir descendientes fértiles. Finalmente, otra mutación cercenó este último hilo que las conectaba, y siguieron sus caminos evolutivos separados.

Entonces, ¿cómo hemos de entender el parentesco biológico de las especies? Es obvio que no se tratan de especies completamente diferentes. Por otra parte, tampoco se trata simplemente de poblaciones diferentes de la misma especie.

Ernst Mayr, uno de los biólogos más influyentes del siglo XX, cuenta que cuando una población estaba separada del resto de la especie por una cadena montañosa o un desierto, impidiendo la reproducción a través de la división en escalas geológicas de tiempo, se daba una divergencia poco a poco entre estas dos poblaciones. Sin la separación, el flujo de genes era implacable. Pero a medida que la separación persistía, la población aislada se separaba y se producía la especiación.

Sin embargo, el flujo de estos genes no era tan predecible y ubicuo como mantenían Mayr y sus compinches y, a decir verdad, la divergencia evolutiva entre grupos vecinos de una población es probablemente más común de lo que ellos pensaban. Además, tampoco era necesario el aislamiento geográfico para que se produzcan distintas especies.

El aislamiento y el flujo de genes eran menos importantes para la divergencia evolutiva que la selección natural. Por ejemplo, factores como la elección de pareja, el clima, las enfermedades o la depredación hacen que los individuos mejor adaptados sobrevivan y transmitan sus características genéticas exitosas.

La evolución, en general, no es algo de unos pocos meses o años, ni mucho menos. Sin embargo, ¿qué pasó entre ese ancestro extinto y la especie actual? ¿o entre el resultado inicial y el "final"? Final que más bien no llega nunca y solo resulta ser un intermediario, una parte de la historia evolutiva de esa especie que sigue adaptándose a las presiones que le presenta el ambiente y su entorno.

Esta es una discusión que se llevó hace ya varios años en la ciencia, el célebre paleontólogo S. Gould y sus colaboradores analizaron fósiles para entender cómo operaba la evolución, hasta que dieron con un problema aparentemente irresoluble. No encontraron cambios graduales en las especies, como preveía Darwin. Acá podemos resumirlo como una cantidad de debates entre la comunidad científica y como muchos científicos pusieron el grito en el cielo.

Ahorrémonos unos varios años y pensemos en algo como Ambulocetus. Prácticamente todos los que hablan de este dicen algo como la línea introductoria de Wikipedia, "es un fósil de transición que muestra cómo las ballenas evolucionaron de los mamíferos terrestres". Pero eso hace que suene como si la principal razón de ser de Ambulocetus fuera hacer un puente entre la tierra y el mar, como si algún diseñador dijera: "Emmm, ¿cómo podemos llegar a las ballenas desde acá?" Eso no es del todo cierto. Ambulocetus era un depredador anfibio hermosamente adaptado. No era una torpe mezcla de piezas mal adaptadas de Frankenstein; era tan elegante, feroz y sofisticado como una nutria o una foca leopardo.

Sólo en retrospectiva insistimos en forzar a Ambulocetus a que se convierta en una especie "de transición", y pensar en ella como una especie "intermedia". Eso no quiere decir que Ambulocetus no fuera "transicional". Porque mirando hacia atrás, fue precedido por los habitantes de la tierra y sucedido por los habitantes del océano. Pero puede sostenerse por sí mismo como una especie plenamente exitosa, e incluso si las ballenas no hubieran descendido de él, todavía sería plenamente exitoso. No necesita ser definida como una especie de transición.

Así que eso es parte de la respuesta. Las especies "en transición" sólo se reconocen en retrospectiva. Muchas de las especies vivas hoy en día serán eventualmente especies "intermedias", pero eso no les quita sus actuales adaptaciones.

Es un error muy común, pensar en la evolución como una fuerza que tiene una dirección o un objetivo. Al final, todo se reduce a los genes y las moléculas, la química y la física, eventos que se desarrollan sin objetivo o diseño, pero que engañan a nuestras mentes obsesionadas con la narrativa para percibir estas cosas. Las acciones dirigidas por objetivos parecen casi axiomáticamente biológicas, y no podemos describirlo de otra forma. No existen genes realmente egoístas, los anticuerpos no buscan, las células no entienden realmente donde están. Los mecanismos biológicos no tienen una agenda, pero usamos estas metáforas de manera didáctica.

Aunque no podamos delimitar una especie o ponernos de acuerdo en su concepto, podemos tener algo por seguro que la evolución pasa todo el tiempo, a todas horas y en todas partes, aunque a menudo a ritmos demasiado lentos para ser observados en cuestión de días, semanas o incluso años. Sin embargo, los efectos de la evolución se pueden sentir en casi todos los aspectos de nuestra vida, desde los dilemas médicos hasta los agrícolas. En medicina, está la cuestión de cuánto tiempo los antibióticos que tomamos ahora seguirán siendo eficaces, dado el ritmo relativamente rápido en que las bacterias pueden desarrollar resistencia a los medicamentos. En la agricultura, la necesidad de proteger las cosechas de este año se enfrenta a la preocupación de que al hacerlo se preparará el terreno para que los insectos desarrollen resistencia a los plaguicidas.

Pero no nos ceguemos con eso tampoco, ya que generalmente lo pensamos a muy grandes escalas, pero las fuerzas evolutivas que impulsan el cambio a través de los continentes también lo hacen al otro lado de la calle. Justo ahí, mientras disfrutás de un mate y ves el ocaso del sol, la evolución hace sonar su látigo sobre las criaturas y plantas de tu patio.

- Joaquin Ortiz

Bibliografía

https://www.quora.com/Why-havent-in-between-species-been-found

https://aeon.co/essays/evolution-is-a-grand-process-that-works-even-on-a-tiny-scale

https://www.nature.com/scitable/topicpage/why-should-we-care-about-species-4277923/#:~:text=In%20his%20book%2C%20On%20the,a%20species%20came%20into%20existence.

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