Infoxicación

04.02.2021

Seguro ya escucharon hablar de este notición: ¡Encontramos vida en Venus! Bueno, en realidad no es precisamente vida, encontramos una molécula que presupone la presencia de algún tipo de organismo vivo en la atmósfera de dicho planeta, pero para qué ponerse específicos ¿no? Nuestra mente tiende a actuar de formas un tanto apresuradas ante esta clase de información donde la mala ciencia (o su comunicación) crea buenas historias. O somos extremadamente cautelosos o a veces solo somos víctimas de nuestros mecanismos heurísticos, ahora la verdadera pregunta es ¿qué tan bueno soy a la hora de elegir y transmitir la información que consumo? ¿soy un verdadero hackerman, o solo un repetidor serial de información basura?

"Señoras y señores, les presentamos el último boletín de Intercontinental Radio News", estas fueron las palabras pronunciadas una noche de Halloween de 1938 por Orson Welles, actor y futuro director de cine, que seguidas de una narrativa ficticia basada en la novela de Herbert George Wells "La guerra de los mundos" desencadenaría lo que conocemos hoy como la Emisión de Pánico. "Desde Toronto, el profesor Morse de la Universidad de McGill informa que ha observado un total de tres explosiones del planeta Marte entre las 7:45 P.M. y las 9:20 P.M" decía Welles, quien interpretaba a un científico encargado de relatar con lujo de detalles como las calles de Nueva York eran víctimas de una invasión alienígena. Y, a pesar de que los usuarios del programa de radio fueron avisados reiteradas veces acerca del carácter ficticio de lo que oían, el caos sucedió de todas maneras, ya era inevitable.

Esto era, una ciudad entera sumida en el pánico, supermercados colapsados por gente tratando de coger provisiones, redacciones de periódicos con un sinfín de llamadas por atender, comisarías de policía atestadas de desesperación y carreteras de Nueva York y Nueva Jersey colapsadas en tan solo cuestión de horas.

La historia de Welles es la mayor leyenda de los medios de comunicación y, al menos muchos de nosotros, creímos en ella la primera vez que la escuchamos. Se la suele interpretar como "la semilla de la que han germinado las actuales fake news", o el inicio de la era de la posverdad. Esta historia es el ejemplo ideal de cómo los medios de comunicación pueden catapultar un simple suceso a una historia que suponía una enorme histeria colectiva ¿Porque el relato del pánico de millones es tan fácil de creer?

Suena ilógico pero, el pánico del que hablamos nunca existió, sin embargo, no terminó esa noche, incluso podemos decir que es este el pánico que cultivamos día a día a través de un consumo flojísimo de papeles. La emisión se convirtió en la historia del origen de las noticias falsas y una representación perfecta de lo que implica vivir sumidos en la ansiedad tecnológica. Entonces a tener cuidado, que por cada fake news compartida baja un alienígena decidido a encerrarnos con sus tentáculos alienígenas, o ji to.

Expertos han intentado dilucidar a lo largo de los años quienes fueron los verdaderos responsables de semejante explosión; algunos de ellos sostienen que los periódicos fueron los mayores cómplices del caos.

Pero, ¿que tienen que ver los periódicos? ¿porque meten así su cuchara? Pues porque pueden, porque es eso lo que los medios de comunicación hacen ¿quién no ama una buena historia? En ese entonces, la radio fue la gran acaparadora de los ingresos publicitarios de la prensa, es por esto que el periódico no iba a desperdiciar la maravillosa chance de desacreditar la veracidad y rigurosidad periodística de la radio a través de la exageración de un suceso narrativo tirado de los pelos. Exagerar una historia para que pierda credibilidad o, principalmente, para que cause revuelo es algo a lo que estamos acostumbrados a ver en los medios (QUE MAL). Y es esta la delgada línea que se tiene que atravesar para dejar de ser historia y pasar a ser noticia.

Sisi, todo muy lindo, pero ¿que es realmente una noticia? Al igual que la historia, las noticias son fundamentalmente una forma de imponer orden en la desordenada totalidad de lo que está pasando a nuestro alrededor. El Diccionario Inglés de Oxford define "noticias" como "información recién recibida o digna de mención, especialmente sobre eventos recientes o importantes". Pero ¿es acaso toda la información fidedigna y coincidente con la realidad? ¿Existen formas de chequear su veracidad? ¿Quien establece cuales son los sucesos importantes dignos de ser noticia?

Hoy, además de la radio, los periódicos y los programas de noticias, contamos con probablemente, el arma de doble filo más mortífera para la sociedad contemporánea: Internet. Desde noviembre de 1969 este conjunto de redes informáticas descentralizadas funciona a nivel mundial y nos ha otorgado a los millennials prácticamente el universo a través de una pantalla. Su impacto logró trascender el mundo laboral, el ocio y el conocimiento global, a través de él vivimos; y a pesar de todas las hermosas posibilidades que nos da, no deja de ser un lugar embebido de información distorsionada.

Todo este conjunto malintencionado, siniestro y oscuro, estas declaraciones inexactas son conocidas coloquialmente como desinformación, y desafortunadamente, estamos tan rodeados de ellas que ya ni nos percatamos de que deberíamos hacerlas a un lado.

Y como si no fuese suficiente, otra revolución virtual se estaba avecinando. Con la aparición de Facebook, allá por el 2006, internet fue corrompido y pareció haberse convertido en el pináculo de las interacciones, más aún, en 2014 se reveló que Facebook jugó con más de 600.000 noticias de usuarios para probar la influencia de su plataforma en la emoción y elección de los mismos. "Para Facebook, todos somos ratas de laboratorio", comentó el New York Times. Hemos estado allí antes, que los medios moldean la opinión pública no es nada nuevo, pero esto es otro nivel.

Desde la aparición de las redes sociales y la profesionalización de la opinología, las fake news despegaron de una manera increíble, están por todos lados. Nunca nos hubiéramos imaginado que estaríamos tan hasta las manos y henos aquí. El mundo está amenazado por el tribalismo, y tendemos a desviar las noticias hacia las creencias y el sentimentalismo. Aunque los lectores siempre pudieron compartir historias, las redes sociales impulsaron el acto. Los lectores pueden compartir noticias que se sienten verdaderas, y dan a esas historias una fuerza emocional más que factual.

Mientras la Web creó oportunidades, dando voz a grupos marginados y haciendo más fácil nuestra vida, también creó oportunidades para los estafadores y mal intencionados. Internet se rompió y en cierto modo, nos rompió. Resulta utópico imaginar un futuro en el que las redes sociales simplemente se esfumen, donde un like o un retweet no alteren la manera que tenemos de percibir nuestro entorno o modifiquen nuestro estado de ánimo. Algo así como participar de la secuela de Un mundo feliz, pero extremadamente remasterizado y fatalista.

¿Habrá modo de desintoxicar las redes sociales de los discursos de odio y las fake news? Creemos que sí. Hace muy poquito, el año pasado para ser más exactos, Twitter, Facebook y TikTok tuvieron la astucia suficiente como para comenzar a advertir sobre el contenido falso y se encargaron de bloquear los hashtags desinformativos sobre el supuesto robo de la elección. Jack Dorsey, uno de los cofundadores de la mayor fábrica de opinólogos hasta ahora vista, Twitter, confesó que "Si tuviera que empezar otra vez, no enfatizaría tanto el recuento de 'seguidores'. No enfatizaría tanto el recuento de 'me gusta''. Tranqui, en cierto punto notamos como en sus acciones existe un deje de arrepentimiento alrededor de sus creaciones, pero ¿no será un poco tarde? 15 AÑOS TARDE le diría Síndrome a Mr. Increíble. Desde las elecciones de EE.UU. de 2016, las "fake news" han sido ampliamente debatidas y analizadas. Y muchos usuarios en internet se han vuelto más astutos en identificar noticias que imitan el vocabulario de las noticias tradicionales.

Y aunque estemos dando pasos en la dirección correcta debemos recordar que por acción u omisión, por culpa o ignorancia el lugar donde estamos parados no fue un accidente de la tecnología, sino una decisión consciente.

No, no podemos cambiar rotundamente la manera en la que funciona el mundo ni desintegrar toda la matrix virtual que se viene construyendo hace más de 50 años, pero si podemos entender como funciona para entender cómo funcionamos nosotros. Solo es cuestión de desarrollarnos como verdaderos usuarios armados con pensamiento crítico, aquellos que saben calibrar la confianza que se deposita en una pieza de información. Es que, a esta altura del partido, si compartimos y comentamos cualquier cosa, se vuelve imposible conocer el impacto que tendrán nuestras publicaciones en un medio tan masivo como lo son las redes sociales. Nos convertimos en licenciados en opinología, como mi tía, que del tema mucho no sabe pero le encanta hablar al pedo.

Aunque la comunidad científica también debe hacer un mea culpa, de a ratos se muestra arisca y evasiva a conectarse con la sociedad. Sabiendo que las fake news van de la mano con las pseudociencias debemos primero saber ¿Qué es realmente ciencia? La ciencia es el consenso de un conjunto de escépticos hinchapelotas, organizados, tercos, densos y pesados, literalmente son la barra brava de los incrédulos. En nuestra era de posverdad, de mentiras casuales y hechos alternativos, la sociedad está bajo una presión extraordinaria de aquellos que impulsan una propaganda anticientífica, que va desde la negación del cambio climático al movimiento anti-vacunas, hasta las medicinas homeopáticas.

A pesar de las apariencias, la ciencia no ofrece ninguna certeza. Esto es una visión simplista de la ciencia. Necesitamos, primero, disipar algunos de los mayores mitos de la misma: la comprensión científica es una oferta de tiempo limitado, válida sólo hasta que una nueva observación o experimento pruebe que no lo es.

Sin embargo, funcionando así, la historia nos dice de forma inequívoca que la ciencia funciona. Progresa. La ciencia no es más que una herramienta, pero es la mejor que tenemos. Sabemos (y creemos que entendemos) más sobre la naturaleza del mundo físico de lo que sabíamos ayer; sabemos más de lo que sabíamos hace una década, o un siglo, o un milenio.

Así que la próxima vez que leas que encontraron vida en un planeta distante primero preguntémonos ¿Cómo y cuándo asumieron tantas cosas esos periodistas? Aunque cuando se trata de llamar la atención, invitar a ese importantísimo click hace la diferencia. Siempre encuentran a alguien que esté feliz de mantener la idea viva.

Vale la pena tener la mente abierta, pero no tan abierta como para que se te caiga el cerebro. La ciencia es un modo de pensar y de hacernos dudar, como usuarios de las redes quizá podemos hacer un mix de un poquito de ambas y chequear dos veces antes de zambullirnos en la confianza de la primera noticia que tenga una pizca de verosimilitud. Por nuestra parte, vamos a hacer lo posible para no caer en cuentos chinos, o por lo menos si caemos, que sea luego de una revisión exhaustiva, porque si no vas a ser el científico más hinchapelota de todo el barrio entonces A QUÉ VAS. Y de a poquito, nos encaminamos a un 2021 con más divulgación y con más ciencia basada en evidencia.

- Joaquin Ortiz & Guadalupe Gomez

Bibliografía

https://revistaanfibia.com/ensayo/internet-se-rompio/

https://knowablemagazine.org/article/society/2020/pernicious-contagion-misinformation

https://aeon.co/ideas/the-information-arms-race-cant-be-won-but-we-have-to-keep-fighting

https://aeon.co/essays/post-empirical-science-is-an-oxymoron-and-it-is-dangerous

https://www.nationalgeographic.es/historia/2019/10/la-distopia-de-orson-welles-detonante-del-inicio-de-la-posverdad

https://elgatoylacaja.com/vos-yo-la-ciencia-pensalo

https://www.nationalgeographic.es/historia/2019/10/la-guerra-de-los-mundos-el-mito-de-la-emision-de-radio-que-desencadeno-el-panico

https://aeon.co/essays/a-radio-play-about-radio-that-became-the-first-fake-news-story

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